Los primeros años de vida son
fundamentales para que el niño adquiera seguridad en sí mismo, para que
aprenda a auto valorarse y verse como alguien capaz de superarse en cada
reto. Nuestra actitud y la valoración que hagamos sobré él y sus actos
tienen un papel fundamental en este logro.
En estas edades nuestros hijos ya han
dejado de ser bebes y se van convirtiendo en pequeñas personitas.
Comienzan a desarrollar una personalidad que va a depender, en un
porcentaje muy alto, del modo en el que les tratemos y les veamos.
Muchos expertos afirman que las edades
más importantes para el desarrollo de la autoestima son la niñez
temprana y media (de tres a diez años). En esta etapa, los niños se
concentran en los sentimientos que tienen respecto a ellos mismos y su
valor personal. Crearán su auto concepto y autoestima a partir de
nuestras valoraciones. Por ello debemos cuidar especialmente su
desarrollo y asegurarnos de proporcionarles una autoestima fuerte. De
esto dependerá que sean niños seguros y decididos, ya que todo lo que se
consigue en este periodo puede sellar su conducta y su postura hacia la
vida en la edad adulta.
Refuerzo positivo
Para que nuestro hijo desarrolle una
autoestima fuerte, es necesario valorar todo aquello que hace bien y en
lo que destaca. Si no apreciamos positivamente sus conductas, no sabrá
si éstas son buenas o menos buenas y, por tanto, si está o no haciendo
bien las cosas.
Esta valoración debe ser diaria,
constante y natural. Todos los días hay alguna conducta positiva que
potenciar y destacar, incluso aquellos días en lo que los niños se han
portado peor. Hay que pararse a pensar y analizar cada jornada y seguro
que lograremos encontrar algo que recalcar. Si de manera habitual
hacemos el ejercicio de encontrar aspectos positivos que valorar y
subrayar en nuestros hijos, llegará un momento en que se haga de manera
natural, estableciendo un estilo educativo basado en el refuerzo
positivo.
¿Cuándo hay que elogiarle?
Al niño hay que elogiarle siempre. Toda
conducta positiva debe ser celebrada. Será el único modo que tenga el
niño de saber que eso que está haciendo está realmente bien y que es así
como debe comportarse. No hay una edad determinada ni un momento
específico, sino que todas las edades y todos los momentos son oportunos
y adecuados. Los niños con autoestima alta cuentan con una ventaja por
encima de todo, que es la felicidad: son niños más alegres y felices.
Por otro lado, se sienten competentes, más seguros de sí mismos y
valiosos. Esta seguridad, en un futuro les ayudará a :
- Ser responsables.
- Tener muy claro hacia dónde van y qué quieren lograr.
- Confiar más en sí mismos.
- Contar con más fuerza y recursos para luchar y tratar de lograr sus objetivos, así como para resolver posibles dificultades que se les puedan presentar.
- Ser emocionalmente más fuertes.
- Comunicarse con fluidez.
- Saber mantener relaciones sociales más estables y duraderas.
- Ser más optimistas y contagiar esa actitud a los demás.
Te queremos tal como eres
La seguridad es fundamental para alcanzar
el éxito. Para que se valore a sí mismo y se considere capaz de hacer
esto y aquello, es primordial que se sienta seguro, aceptado y querido
por los que le rodean.
Unos padres excesivamente exigentes
pueden lograr que un niño con unas capacidades extraordinarias no
consiga más que sacar los cursos raspando. Otro más normalito podrá
obtener las mejores notas, porque sus padres lo han aceptado tal como es
y han orientado sus expectativas hacia aspectos muy concretos de su
desarrollo.
El niño necesita comprobar que le quieren
por ser él, no por sacar buenas notas o no romper platos. No sería
nunca aconsejable que pensara que debe cumplir las expectativas de sus
padres para comprar su cariño o confianza.
En cambio, no es malo que las conozca, si
son razonables y posibles para él, porque le proporcionarán también la
oportunidad de luchar y obtener unos éxitos que darán un alegrón a los
papás. Si el pequeño se siente querido y aceptado, tendrá una actitud
más positiva, será capaz de ponerse metas realistas y, de ese modo, auto
motivarse para alcanzar otras aún más altas.
¡Puedes con todo!
Nuestro hijo agradecerá y responderá
también mucho mejor con un gesto de aprobación y unas palabras de ánimo
con el grado justo de reproche, que con cuatro gritos y un castigo
rápido e inapelable. La clave del éxito en la educación de la autoestima
de nuestros hijos está en el clima que se establezca con los adultos
que le rodean.
Mucho más efectivo que levantar la voz –o
peor, la mano—es emplear los elogios y la motivación. Un “¡Tú puedes,
campeón!” puede lograr que el niño llegue mucho más lejos de lo que él y
nosotros mismos hubiéramos nunca pensado. Esta expresión u otras
similares no deben faltar nunca en nuestros labios. Cuanto más desastre
sea el pequeño, más necesitará oír esas palabras de ánimo y, sobre todo,
comprobar que nosotros tenemos confianza en él.
Reñirle sin herirle
Cuando nuestro hijo comete un error
debemos hacérselo saber –y procurar que no vuelva a cometerlo–, pero no
transmitirle que es mejor o peor por esto. No debemos juzgarle. Es
importante explicarle bien por qué no debe comportarse así y, a su vez,
decirle cómo debe hacerlo para que en la siguiente ocasión actúe
correctamente. Es necesario exigirle con cariño y darle la seguridad de
que le queremos igual, independientemente de cómo se haya comportado.
Tampoco debemos temer reñirle ni pensar que le vamos a frustrar. No les
frustramos con un NO, en cambio, el no hacerlo sí que le puede
perjudicar.
Lo importante en todo proceso de
crecimiento de nuestro hijo es que le demos la posibilidad de ser, de
sentirse bien consigo mismo, contando en todo momento con nuestro
afecto, cariño, valoración de sus cualidades y apoyándole cuando algo
vaya mal. Para eso, es necesario conocerle cada día favoreciendo los
encuentros, las conversaciones y el contacto físico.
Conchita Requero
No hay comentarios:
Publicar un comentario